El reconocimiento de la presencia actual, tradicional y pública del Lof de la comunidad del Sosneado en San Rafael y el Lof Suyai Lavfv en Malargüe por parte del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) destapó una catarata de desacreditaciones hacia las familias que reclaman este acceso a la tierra. A continuación vamos a debatir con algunos argumentos que más se repiten en la justificación para negar tal derecho de las comunidades.
Jueves 9 de febrero de 2023 20:16
El reconocimiento de la presencia actual, tradicional y pública del Lof de la comunidad del Sosneado en San Rafael y el Lof Suyai Lavfv en Malargüe por parte del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) destapó una catarata de desacreditaciones hacia las familias que reclaman este acceso a la tierra. Este registro se enmarca en el proceso de la Ley Nacional 26.160/06 (ley de emergencia y sus prórrogas) de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas, la cual tras años de lucha parte de distintos pueblos indígenas es formulada y aprobada dando un marco de protección mínimo frente a desalojos y marcando los puntos de residencia actual e histórica que en el momento del relevamiento las comunidades presentan.
El debate no es nuevo y algunas de las actuales argumentaciones ya fueron utilizadas, por ejemplo, contra el reclamo de tierras de las comunidades Huarpes al declararlos “extintos” y poner en duda la “originalidad” de los descendientes actuales. A continuación vamos a debatir con algunos argumentos que más se repiten en la justificación para negar tal derecho de las comunidades.
El negacionismo
El negacionismo es el rechazo de determinada realidad o hecho histórico según la RAE, a modo de ejemplo la siguiente frase: “La historia demuestra que no hubo mapuches en las tierras mendocinas” escribe Cornejo en un posteo [1].
Desde los debates epistemológicos de nuestra disciplina sabemos que la palabra “historia” tiene distintas acepciones: historia como lo pasado (lo acaecido), la historia en referencia a su escritura (historiografía) y la historia como disciplina. En esta tarea, el trabajo de lxs historiadorxs será guiado por las preguntas (de investigación) que realiza a ese pasado (¿qué quiero conocer?), las cuales son siempre formuladas desde su presente, desde la óptica del investigador y del contexto socio-histórico en el que se encuentra .
Conocer nuestro pasado tiene una utilidad, una intencionalidad. Las afirmaciones contra la inexistencia del pueblo mapuche y sus parcialidades en el sur mendocino responden a un estancamiento doctrinal y disciplinar sin tener en cuenta los actuales resultados de investigaciones sólidas en cuanto fuentes documentales y relecturas bibliográficas. Si hay algo fascinante en nuestra disciplina es que nunca se deja de conocer el pasado, porque las preguntas hacia él todo el tiempo se actualizan, se la cepilla a contra pelo para poder ver entre sus pliegues, y surgen nuevas conclusiones.
La historia no es una disciplina estática, por eso pararse en lo que se escribió y tomarlo como una verdad absoluta o algo que está “demostrado” es tratar de encorsetarla, como si la historia de la humanidad entrara en un tubo de ensayo para un análisis de prueba y error.
Desde finales de los 90 varios investigadores locales y nacionales cuestionan esta manera de entender el pasado. La historia, la antropología y la arqueología de finales de los 90 y principio del actual siglo toman las teorías críticas, desterradas de la academia, para hacer nuevas preguntas a ese registro material y escrito. Esto no cae del cielo, como investigadores son hijos de su tiempo y ven esa lucha por la visibilidad que dan las comunidades indígenas en el reclamo por sus derechos.
Primero fue con la comunidad huarpe y la restitución de tierras donde la tinta corrió para desacreditar el reclamo de los “huarpes modernos” como los denominó el arqueólogo que cita Cornejo [2] en su publicación, pero también se plantearon nuevas argumentaciones a favor para aportar fundamentos científicos al reclamo histórico3.
En el actual debate los trabajos de investigadores del Conicet especialistas en el tema, como los del Dr. Diego Escolar y la Dra. Julieta Magallanes, son fundamentales ya que a partir del trabajo de campo con comunidades actuales, de archivo y relectura de fuentes llegan a la conclusión de la existencia de parcialidades étnicas mapuches al sur de la provincia de Mendoza. Ellos elaboran un material de divulgación para el Ministerio de Educación y Deporte de la Nación en el año 2016 “No estamos extinguidos: memorias, presencia y proyectos de los pueblos originarios de Cuyo”4. De manera muy didáctica presentan sus conclusiones en base a investigaciones, tesis, publicaciones en revistas científicas y congresos sobre la distribución de las parcialidades mapuches al sur de Mendoza (Imágen 1).
Imagen 1: Ubicación de las comunidades pertenecientes a la Organización Identidad Territorial Malalweche. Fuente: Escolar, D. y Magallanes, J.(2016).“No estamos extinguidos”: memorias, presencia y proyectos de los pueblos originarios de Cuyo”. En: Pueblos Indígenas en la Argentina (cap. 9), Ministerio de Educación y Deporte de la Nación. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pag. 22.
En otro artículo, Escolar realiza un análisis sobre la permanencia y el acceso a la tierra a través de mercedes reales por comunidades indígenas del centro de Cuyo durante el periodo colonial y las relaciones interétnicas en la frontera sur de Mendoza [3]. En su hipótesis afirma “que las relaciones fronterizas de los españoles con los indígenas libres, pehuenches, puelches, aucas, huilliches, pampas y otras denominaciones relativas al “mundo mapuche” fueron decisivas para la dinámica de reconocimiento político y acceso territorial de los indígenas incorporados: huarpes, y parte de los chiquillanes y sus descendientes, y tal vez yacampis o capayanes/diaguitas. Concretamente, que sus servicios militares fueron la clave para la obtención de derechos de tierras” (Escolar, 2021:37). Al conceptualizar a todas las parcialidades como parte del “mundo mapuche” cuestiona las divisiones hechas por parte de la historiografía tradicional al desagregarlas y reducir esa vinculación cultural que tienen en base su lengua común (mapudungun), prácticas de subsistencia y relación con el ambiente.
Las afirmaciones negacionistas tienen su asidero en la historiografía liberal mitristas, esta tiene su inicio con el triunfo de las fuerzas de Mitre en la Batalla de Pavón en 1861, el fin de la Confederación y la posición dominante de la elite y dirigencia porteña sobre el interior. Sentar las bases de una identidad común, fundante, que justificara el naciente estado nacional será el ideal perseguido, para ello se presenta un pasado en común basado en una historia de héroes y hazañas militares que concluyeron con la unidad del territorio.
La historia escrita por Bartolomé Mitre se presenta así, negando la historia de las poblaciones originarias para presentarlas sólo en un pasado prehispánico. Esta es la que justificará la denominada “campaña al desierto”, término usado de modo peyorativo para indicar que al sur del territorio no hay nada ni nadie.
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Historia del pueblos mapuche en el sur de la provincia de Mendoza
La frontera sur de Mendoza durante la dominación de la corona española fue un tema recurrente en los asuntos del Cabildo de la Ciudad al tratar el “problema del indio” y los malones o malocas que asaltaban las tierras con ganado (este pastaba en las zonas del Valle de Uco). Para frenar esta amenaza a los intereses económicos de la elite local las autoridades cabildantes solicitan a la Capitanía General de Chile la creación de un fuerte militar, este se concreta en 1770 con la instalación del Fuerte San Carlos (en el actual departamento de San Carlos), del cual en 1833 sale a cargo de Felix Aldao [4] una de las columnas de la campaña militar dirigida por Juan Manuel de Rosas para conquistar tierras que ocupaban las poblaciones indígenas del sur.
Desde el Fuerte San Carlos hacia el sur se registran altos niveles de movilidad, alianzas o enfrentamientos entre los pobladores originarios con las autoridades militares coloniales. Lidia Nacuzzi y Carina Lucaioli al estudiar la vida en los espacios de frontera son caracterizados como “una zona permeable, poroso, en constante re acomodamiento territorial y poblacional, en dónde eran habituales la comunicación y el intercambio pacífico o conflicto entre ambos grupos” (Lucaioli & Nacuzzi, 2010:9) o entre las mismas comunidades.
María del Rosario Prieto cuando habla de los pueblos de indios que eran usados por los españoles como zonas fronterizas de amortiguación (1997). Sobre las alianzas entre españoles e “indios amigos” o incorporados al orden colonial contra los “indios rebeldes” o libres, Escolar argumenta que “esta constatación obliga a modificar las representaciones que se han hecho de la frontera sur de Mendoza como un límite interétnico entre indios del “mundo mapuche” y criollos o españoles, para incorporar una dimensión multiétnica al interior del territorio de supuesto dominio colonial.” (Escolar, D. 2021:37). Estos trabajos aportan argumentos sobre las poblaciones que siempre estuvieron, con mayor o menor presencia dependiendo el momento, en el sur mendocino y de qué tipo eran contra las calificaciones que tildan de “invasores” a los mapuches.
Posteriormente, el avance de la frontera sur en 1802 con la creación del Fuerte San Rafael a espaldas del Río Diamante y, ya por el Estado argentino, en la misma línea defensiva en 1885 el Fuerte Nuevo El Diamante (actual departamento de General Alvear) junto con otros fortines van a dar pie para una de las ofensivas más letales contra los pueblos originarios.
Durante las campañas militares dirigidas por el Ministro de Guerra del reciente Estado Nacional, Julio Argentino Roca, conocidas en la historiografía nacional como “campaña o conquista al desierto” (1878-1885) se lleva a cabo el genocidio y sometimiento de las poblaciones del sur mendocino, pampa y patagonia. La columna oeste es dirigida por el Coronel Rufino Ortega (posterior gobernador de Mendoza) quien lleva a cabo la captura y reparto de la población indígena en sus terrenos ubicados en Malargüe, Rodeo del Medio y Rivadavia. También los cautivos serán entregados a las familias de la élite mendocina. Así lo atestigua el diario “El Ferrocarril” el 4 de febrero 1883: “200 indios de chusma ha traído el Coronel Ortega a esta, por pedidos anticipados de numerosas familias (…) Se hallan actualmente en S. Vicente, finca del Sr. Bermejo (…) Si hasta hoy no mandan las familias por los niños o indias que fueron pedidos, sabemos que el Coronel los va á dar á las familias que los soliciten mañana.” (Escolar & Saldi, 2018) [5]. Muchos de ellos quedan asentados en Mendoza y son incorporados como “criollos” en los trabajos rurales como peones.
El ensañamiento con la que fueron desmembradas comunidades y familias enteras para la “asimilación” al Estado Nación y apropiación de sus tierras queda reflejada en cientos de partes de campaña o en los periódicos de la época que anuncian la repartija del “botín”. Esta fuerza de trabajo gratuita fue puesta al servicio de la elite local y “orientadas hacia la dispersión de las agrupaciones, debilitamiento de lazos de reciprocidad y parentesco, alianzas políticas y borramiento de la identidad como pueblo” (Delrío & Escolar, 2009:2). El Dr. Julio Vezub, en una entrevista en radio Nacional al respecto de esto dice “les hicieron creer que no tenían nada que ver con lo mapuche, incluso.” [6].
Borrar ese pasado común de las poblaciones mapuches del sur de la provincia fue un plan de sangre y fuego después de pluma y tinta a cargo de la historiografía tradicional, de esa que se hace eco los políticos del comité que custodia los negocios de la burguesía.
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A modo de aporte
Este artículo toma algunos puntos del debate ya que la artillería contra el reclamo de los pueblos originarios es amplio, desde decir que no hay ningún archivo que registre la presencia del pueblo mapuche al sur de la provincia [7], o de no dar lugar a futuros descubrimientos de la cultura material de estas poblaciones o la que ya hay sea reinterpretada a la luz de nuevos conocimientos. Son signos de intolerancia y prejuicios basados en posturas epistemológicas que representan ideas que justificaron el sometimiento de la población indígena. Estos están basados en intereses de clase al defender el acceso a la tierra y su riqueza de un pequeño sector con gran poder económico, esos que financian campañas electorales para colocar a políticos amigos [8].
Bibliografía
prisioneros indígenas entre Patagonia y Cuyo S XIX XX”. XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Universidad Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche.
[1] https://alfredocornejo.ar/la-cesion-de-tierras-mendocinas-a-los-autopercibidos-mapuches-es-inconstitucional/
[3] Escolar, D. (2021). “Tierras indígenas y servicios militares en la frontera sur de Cuyo, siglos XVII-XIX”. En: Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, N° 26, 2021, pp. 9 a 39.
[4] https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/126262/CONICET_Digital_Nro.57dc2e1c-52fd-4ab8-bba3-f51cbe0b2f7b_A.pdf?sequence=2&isAllowed=y
[5] Este artículo investiga el destino de los niños tomados prisioneros durante las campañas militares entre las décadas 1870 y 1880. Tomando los libros parroquiales de bautismos del período (1878-1889) en la provincia de Mendoza hacen una reconstrucción demográfica de los niños repartidos en la provincia y la crisis de identidad étnicas y raciales que provocó.
[6] https://www.radionacional.com.ar/anacronismo-y-banalizacion-en-la-idea-que-se-pretende-imponerde-mapuche/?fbclid=IwAR1yJ6r2KGMOmGoH0yBQQqEcI04bGcGnXs2q0ixnAUjlMm5ohVN1WPzgw.
[7] https://www.infobae.com/opinion/2023/02/04/los-archivos-historicos-confirman-que-los-pueblos-ance strales-de-mendoza-fueron-exterminados-por-los-mapuches/.