Fueron tres y se realizaron en septiembre de 1938. Los encuentros entre Mateo Fossa y León Trotsky.
Claudia Ferri @clau.ferriok
Viernes 20 de agosto de 2021 00:01
Los encuentros que tuvieron León Trotsky y el argentino Mateo Fossa fueron tres y se dieron en septiembre de 1938 en la ciudad de Coyoacán, México. El dirigente revolucionario lo recibió con un cálido abrazo, en la casa donde se encontraba exiliado desde hacía más de un año a causa de la constante persecución estalinista.
Estas entrevistas fueron retratadas por ambos. Primero publicadas, bajo la pluma de Trotsky, en la revista mexicana Claves en noviembre de 1938, y dos años más tarde sería el propio Fossa el que relató los encuentros en un folleto de 1941 titulado: Conversando con León Trotsky (Impresiones recogidas en las entrevistas realizadas con el líder soviético en México en 1938).
Las charlas fueron en castellano. El ruso había aprendido bastante bien el idioma y lo que no sabía lo decía en francés. Fossa había preparado una serie de preguntas para hacer, pero quedó impresionado por el interés que mostró Trotsky por conocer qué estaba pasando en el movimiento obrero argentino y latinaomericano. Hay que tener en cuenta que aunque se conoce poco, el trotskismo en nuestro país tiene casi 100 años.
También hablaron de la situación internacional y del estado en el que se encontraba el movimiento revolucionario mundial. Una de las anécdotas que quedó de estas cálidas charlas fue el momento en que Trotsky le regaló al invitado un par de zapatos suyos porque vio sus alpargatas muy gastadas. Fossa también recordaría la calidez con la que lo recibieron él y su compañera Natalia Sedova.
¿Quién era Mateo Fossa?
Antes de viajar a México, Mateo Fossa ya era un reconocido dirigente obrero en Argentina. De familia humilde y trabajadora, nació en 1896 y desde muy joven aprendió el oficio de tallar madera.
En 1914, con sólo 17 años se unió a las Juventudes Socialistas, una organización con tendencias de izquierda que formaba parte del Partido Socialista y que en ese momento sostenía una postura internacionalista y de clase en la Primera Guerra Mundial, a diferencia de su dirección. Es decir, se oponía a que trabajadores de diferentes naciones se enfrenten entre sí y sean carne de cañón de una guerra imperialista.
Este debate fue muy importante en la militancia de Fossa, quien en 1917 fundó un periódico llamado La Internacional, lo que terminó generando su expulsión del partido.
A partir de ese momento, sus posiciones fueron girando a izquierda. Participó de la formación del Partido Comunista pero en 1925, como parte del ala izquierda, fue expulsado y un año más tarde integraría el Partido Comunista Obrero. En los años 30 conoció a trotskistas argentinos con quiénes inició una experiencia política y de lucha que marcaría su militancia en los años siguientes.
Fossa fue un organizador de la clase trabajadora. Según la historiadora Alicia Rojo quien investiga acerca de los orígenes del trotskismo en Argentina, “Mateo cumplió un rol destacado en las huelgas del gremio de la madera que permitieron no solo obtener importantes conquistas sino también fortalecer al gremio y a las organizaciones de base de los talleres. El reconocimiento alcanzado lo convirtió en un referente del movimiento obrero y le dio un lugar clave en la organización de la huelga de la construcción y la huelga general de 1936”. Incluso fue elegido para encabezar el Comité de Defensa y Solidaridad para los Obreros de la Construcción, lo que mostraba sus convicciones sobre la unidad de trabajadores y trabajadoras.
Entre Stalin y Trotsky
Con una trayectoria de lucha y compromiso, Mateo Fossa viajó a México en septiembre de 1938 para participar del Congreso de Trabajadores Latinoamericanos. Fue elegido delegado del “Comité por las Libertades Sindicales” que agrupaba a veintiocho sindicatos autónomos de la CGT.
Sus lazos con el trotskismo y su permanente enfrentamiento a los métodos burocráticos del Partido Comunista local hicieron que el estalinismo mexicano le prohibiera el ingreso. Pero lo que sí pudo hacer fue entrevistarse con Trotsky, lo que significó un importante reconocimiento a su trayectoria como militante revolucionario.
Apenas se conocieron, Trotsky se solidarizó con Fossa ante la exclusión y las maniobras del estalinismo en su contra y lo alentó a seguir con su lucha y decir siempre la verdad. En su relato el propio Mateo reflexionaba “El más grande perseguido de la tierra tenía aún fuerzas para alentar a los otros a que sobrellevaran persecuciones que, al lado de la suya, eran insignificantes”.
Hablaron de la degeneración burocrática de la Unión Soviética y los problemas que esto generaba en el desarrollo de la revolución mundial. También fue tema de interés la situación de la clase trabajadora argentina. Trotsky le había pedido con insistencia algunos informes para que Mateo le lleve y pudiera interiorizarse más. Frente a las diferencias entre las agrupaciones trotskistas, el revolucionario exiliado apostaba a la unificación bajo las banderas de la Cuarta Internacional, fundada apenas unas semanas antes de estos encuentros.
“Estamos en un cruce histórico tal —me dijo— que si la clase obrera no hace triunfar la revolución, nos vamos a sumir en un período de regresión, de miseria y de esclavitud. No puede haber vacilaciones”. Trotsky le estaba anticipando el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial.
La energía y el ímpetu que movían a Trotsky impactaron mucho sobre el trabajador argentino. A sus 58 años tenía la misma fortaleza que en su juventud, aunque como él mismo decía, sus ideas y convicciones eran todavía más fuertes.
A pocos días de verse, y luego de intercambiar opiniones sobre la situación revolucionaria internacional, Fossa se unió públicamente a la Cuarta Internacional, aunque como vimos los lazos son previos, “me comprometo a trabajar leal y tesoneramente por su programa y el cumplimiento de todas sus resoluciones. Esperando ser un digno soldado de nuestra gran causa”.
A su regreso al país se sumó al Grupo Obrero Revolucionario dirigido por Liborio Justo, también conocido como “Quebracho”, aunque a diferencia de éste militó en el trotskismo hasta sus últimos días. Incluso en marzo de 1973 fue candidato a senador por el Partido Socialista de Trabajadores.
Cuando Trotsky fue asesinado por un agente bajo las órdenes de Stalin, nuestro país fue uno de los países que más homenajes y actos se realizaron en su nombre. Fossa representa uno de los tantos hilos rojos que unen las ideas del trotskismo con los trabajadores y trabajadoras argentinas.
Claudia Ferri
Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.