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Red Internacional
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Tribuna abierta. Milei y el capitalismo contemporáneo

El autor de esta columna es Doctor en Ciencias Sociales de la UBA, Argentina. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA. También es forma parte de la Corriente Política de Izquierda, CPI.

Miércoles 12 de febrero

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El objetivo del gobierno de Javier Milei pasa por insertar al país en la dinámica de la brutal ofensiva del capital y de la ultraderecha.

Remitimos a dos premisas en las que el libertario pretende ser vanguardia mundial junto a Donald Trump, Giorgia Meloni y Benjamín Netanyahu, tal como sostuvo en la celebración por la elección del multimillonario devenido en Presidente de EEUU. Dijo Milei: “Los Estados Unidos liderando en el norte; la Argentina en el sur; Italia en la vieja Europa e Israel, el centinela en la frontera, de Oriente Medio.” (Casa Rosada, presidencia; discursos).

Respecto de la ofensiva del capital, está claro que asistimos a una crisis que se manifiesta en la ralentización del crecimiento de la economía mundial desde los problemas emergentes entre 2007 y 2009. El programa de esa ofensiva para recuperar rentabilidad es la aceleración de reaccionarias reformas estructurales, en la relación capital trabajo y todo lo atinente a la reversión de conquistas en materia de derechos y seguridad social, especialmente en el ámbito previsional.

Es una preocupación global del capitalismo actual y por eso se debaten estrategias para hacer realidad la reanudación de una lógica de valorización del capital, asentada en una aceleración de la innovación tecnológica, la que demanda enorme magnitud de energía. Milei apuesta a la provisión de esa energía y para eso el Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones, el RIGI.

Para ese proceso se necesitan reformas estatales reaccionarias, eliminando toda conquista social histórica derivada de luchas populares. Eso demanda cambios políticos, con gobernantes con “decisión” y “audacia política” para forzar toda institucionalidad burguesa tradicional. Es algo que anticiparon los “golpes” de nuevo tipo en 2009 en Honduras, 2012 en Paraguay o 2015 en Brasil.

La democracia burguesa tal como se la conoce está amenazada y ya no se requieren los “golpes tradicionales” de la historia regional, y el objetivo de regresiva reestructuración del orden socioeconómico, político y cultural se asume con consensos electorales mediados por una gigantesca manipulación ideológica. Hasta el Nobel de economía 2008 habla de autogolpe en el gobierno de Trump y Musk (Paul Krugman).

Atrás va quedando la fachada democrática del capitalismo y se habilita un tiempo de mayor autoritarismo e impunidad en la gestión capitalista.

Un año de ajuste y regresión estructural

En el diagnóstico del gobierno, la principal tarea es bajar la inflación, asumido como principal problema por la población. En ese logro afirma sus esperanzas en continuar sumando consenso electoral, especialmente en este 2025 de elecciones de medio término. Pretende Milei sumar legisladores y mejores condiciones institucionales para continuar subordinando a la institucionalidad política de las provincias y los poderes legislativos y judicial en el ámbito local y nacional.

La inflación viene bajando desde que asumió la gestión en diciembre del 2023, con una devaluación que llevó el tipo de cambio de 1 dólar por 400 pesos a 800 de la moneda local. La devaluación supuso un costo elevado por la mayoría de la sociedad que vive de ingresos fijos y para los sectores privados que fincan su actividad en el mercado interno.

Se trata de una transferencia enorme de recursos, desde los empobrecidos a los enriquecidos. Desde entonces, se estableció una pauta devaluatoria del 2% mensual, que desde febrero del 2025 se reduce al 1%, provocando una mayor apreciación del peso argentino, a contramano de las tendencias por la devaluación que induce la apreciación de la divisa estadounidense en la coyuntura.

En el registro propagandístico se parte de una inflación mensual que llegó al 25,5% en diciembre del 2023, y un año después, el índice baja al 2,7% y que, con la política cambiaria de apreciación, se supone que el indicador de precios minoristas deberá seguir bajando.

Se trata de una victoria pírrica, ya que para hacer posible esa reducción del índice de precios, se establecieron diversas anclas: en el tipo de cambio, en los ingresos populares y en una política fiscal de ajuste y austeridad con fuertes restricciones al gasto social.

Hicimos con Lucas Castiglioni un balance del año de gestión del Gobierno Milei, publicado en FISYP. Allí, a modo de balance, mencionamos el crecimiento de la pobreza y la indigencia; la caída de los salarios y los ingresos populares, especialmente las jubilaciones; el aumento del desempleo y los cierres de pequeñas y medianas empresas, junto al aumento de la precarización y la irregularidad laboral; la brecha entre una minoría enriquecida y una mayoría empobrecida que agiganta la desigualdad de ingresos y de riqueza en el país, en sintonía con lo que acontece en el mundo; la fuerte caída del producto durante el año, afirmando una recesión en el marco del estancamiento secular de la economía local.

El escrito discute el contenido del rebote esperado para este año 2025, que no modifica el carácter del ajuste fiscal y la reaccionaria reforma estructural del capitalismo local.

Más allá de cualquier consideración estadística, el proyecto de Javier Milei avanza en el camino imaginado por la dictadura genocida de 1976-83 por realizar profundas reformas reaccionarias del capitalismo en la Argentina, las que se potenciaron en los años 90 del siglo pasado y más recientemente en el gobierno de Mauricio Macri entre 2015 y 2019.

Restauración conservadora local y global

La novedad en el gobierno de Milei debe conceptuarse como el mayor intento de restauración conservadora en el país desde 1930, en el marco de una iniciativa global del capital por recomponer la lógica de la ganancia, de la acumulación y de la dominación capitalista.

En la crisis de 1930, revolución rusa mediante, el capital debió resignar apropiación del excedente económico, del plusvalor. El imaginario por el socialismo desafió al capitalismo en varios territorios hasta la contraofensiva derivada de la crisis de los 60/70.

Las políticas neoliberales constituyeron la ofensiva para terminar con el límite que imponía la lucha y la agenda por el socialismo, objetivo social global efectivizado desde 1917.

En ese espíritu es importante lo acumulado por el movimiento popular mundial, que, para el caso argentino, destaca las luchas sindicales y obreras del cambio del siglo XIX al XX, por el sufragio universal (de varones) entre 1912 y 1916, la reforma universitaria de 1918, entre otros que provocaron cambios en la lucha de clases local, con impacto en mutaciones en el bloque dominante y en el régimen de acumulación de capitales.
Para restaurar el poder oligárquico imperialista, conservador, es que se procesaron los golpes militares entre 1930 y 1983, año del retorno al régimen constitucional actual.

Lo novedoso es que en estos años de institucionalidad se gestaron las condiciones de posibilidad para una restauración sin necesidad del golpe militar y vía consenso electoral.

Con la dictadura genocida entre 1976/83 se generaron las condiciones originarias de modificación del modelo de producción y desarrollo, que en esencia se mantuvo sin modificaciones esenciales bajo gobiernos constitucionales.

Más aún, durante los años 90 y con presidencias de los partidos tradicionales, se afianzó la lógica de la liberalización, con reaccionarias reformas en continuado de la relación trabajo capital, las reformas del Estado y una mayor dependencia y subordinación al capital trasnacional, a los principales Estados del capitalismo mundial y a los organismos internacionales.

En esas condiciones y con los cambios en las formas de organización del capitalismo local, lo que supone profundos cambios en la gestión de la fuerza de trabajo es que puede entenderse el arribo del anarco capitalista al gobierno de la Argentina.

Se trata de una cuestión esencial para restaurar un poder dominante desafiado por un siglo de luchas populares. Milei es expresión de la iniciativa del bloque de poder concentrado local y extranjero, desafiado oportunamente por políticas de distribución del ingreso.

Los cambios estructurales acecidos en el capitalismo local por décadas explican el consenso electoral para el arribo de la ultraderecha al gobierno de la Argentina, que acelera los pasos de una transformación reaccionaria del capitalismo local. Cuenta con el apoyo del capital transnacional concentrado y los organismos internacionales, especialmente el FMI, con el aval que supone el gobierno de EEUU bajo gestión Trump.

La confrontación es con el socialismo

Algunas opiniones insisten en calificaciones individuales relativas a la personalidad del presidente argentino, del mismo modo que lo hacen con el presidente estadounidense u otros ultraderechistas.

Sin embargo, más allá de cualquier cualidad o característica personal, lo que debe estudiarse es la necesidad del régimen del capital para superar la crisis global del capitalismo. Por eso, Trump o Milei reivindican, uno desde el “centro”, el otro desde la “periferia”, la restauración de una lógica por la explotación y el saqueo, lo que demanda consenso, primero electoral y luego político, para consensuar una cultura capitalista, normal e insuperable.

De ahí la crítica a los “zurdos”, al clasismo, a la ideología de género, al ambientalismo, promoviendo la eliminación de derechos y el negacionismo sobre el cambio climático, más allá de confrontaciones sociales, incluso masivas, caso de la Argentina en defensa de la universidad y la educación pública, que movilizó a miles de personas en 2024, o recientemente en defensa de los derechos de las mujeres y diversidades.
Milei recupera una agenda mundial de confrontación con el socialismo. Su último libro, más allá de los plagios denunciados lleva como título “Capitalismo, Socialismo y la trampa neoclásica” (Editorial Planeta, 2024), en el cual no solo se trata de combatir a Marx y su tradición, a los intentos de construir socialismo en variados países, sino y sobre todo a todo aquello que se corra de una ortodoxia fundada en la Escuela Austríaca o la de Chicago, en Ludwig von Mises, Friedrich Hayek o Milton Friedman.

El ultraderechista Presidente Milei es parte de una iniciativa global, con sus especificidades locales, que, por ahora, de sorpresa inicial va construyendo un plan de mediano y largo plazo, que ofrece como solución en cónclaves globales, caso del Foro de Davos.

Algunos imaginaron que Milei no llegaría al año, pensando en la tradición de organización y lucha histórica del pueblo argentino. Sin embargo, ahora disputa el medio término de gobierno para engrosar institucionalmente y disputar la reelección en 2027.

Las resistencias son importantes y se afirman en la tradición de organización sindical, popular de la clase trabajadora y del pueblo argentino, pero no alcanza. El problema es el horizonte político de alternativa, que en las circunstancias actuales debe trascender el horizonte del capitalismo.

Milei sorprendió ante el descontento de insatisfacción de la política tradicional y ahora intenta consensuar una política retrógrada y reaccionaria a favor de la dominación trasnacional que actúa en la Argentina y el sistema mundial. La construcción de subjetividad alternativa que articule los programas reivindicativos de la protesta fragmentada en la argentina actual es la expectativa para frenar esta ofensiva del capital y de la ultraderecha, sustento de un proyecto alternativo en contra y más allá del capitalismo.