Roberto Ochandio es licenciado en Ciencias de la Geografía de la Universidad de North Texas (EE.UU.), uno de los autores de “20 Mitos y Realidades del Fracking” y confeso lector de La Izquierda Diario. Fue el primer ingeniero de campo de la compañía Hughes Services y cuenta además con una amplia trayectoria en la industria petrolera, que lo hace una voz autorizada para hablar de explotación hidrocarburífera.
Miércoles 13 de mayo de 2015
Foto: Roberto Ochandio, en la charla sobre fracking
Invitados por la Asamblea por los Bienes Comunes de Malargüe escuchamos la charla que brindó acerca del fracking. Luego del evento, LID pudo cambiar unas palabras con él sobre esta técnica de extracción, la reprivatización de YPF pos Chevron y la particular relación del Gobierno nacional con las compañías transnacionales que llegan al país movidas por su apetito energético.
–Se ha planteado al proyecto Vaca Muerta como un acierto político nacional y popular; como “la” salvación energética para el país. De la mano de eso, las voces de las empresas y el Gobierno consideran al fracking como una técnica de extracción segura que va a garantizar la soberanía energética por décadas. ¿Cuál es su visión al respecto?
–Esa es una visión muy equivocada. De acuerdo a la experiencia de países como Estados Unidos, donde se ha hecho la experiencia de extraer petróleo no convencional mediante fracking, esta es una técnica de muy poca duración. Esos yacimientos, después de ocho o nueve años empiezan a declinar como está sucediendo actualmente.
Mientras ellos pensaban que tenían una extracción de cien o doscientos años, resulta que les dará petróleo para diez o doce años. Lo mismo va a suceder en Vaca Muerta; una vez que se agoten las partes más ricas del yacimiento, la producción va a decrecer y no va a alcanzar a justificar tamaña explotación. Pensar que Vaca Muerta y el fracking es la salvación para el futuro energético de la Argentina es algo totalmente equivocado.
La técnica en sí misma es muy contaminante particularmente de los acuíferos, tal como la experiencia de EE.UU. lo demuestra. Además contamina el aire produciendo enfermedades de todo tipo, destruye los caminos, produce sismos. La lista de problemas que ocasiona obliga a pensar esa técnica dos veces.
–Hemos vivido una “estatización” muy polémica de YPF de la mano de un fabuloso negocio a la medida de Chevron, una de las compañías famosas en el mundo por provocar desastres ambientales. ¿Qué opina usted sobre esta compañía y sobre el proceso de estatización o reprivatización de la petrolera YPF?
–Lo que ha hecho Chevron es desastroso: lo que provocó en Ecuador, por ejemplo, es tremendo; jamás deberíamos haberles permitido entrar en Argentina. Chevron tiene mucha plata y eso pudo torcer más de una voluntad, como ha sucedido en este caso. El gobierno neuquino votó la aceptación del convenio con esa empresa a sobre cerrado, sin ni siquiera mirar qué estaba votando. Eso nos habla de que su poder llega muy lejos.
Los argentinos no aprendemos: hoy tenemos el ejemplo de una compañía australiana que ha sido echada de allí por una explotación de extracción gasificada de carbón. Ese es un proceso en el cual se prende fuego la veta de carbón bajo tierra y se extrae el gas producido para usarlo en superficie. Esa compañía ha sido echada de su país y el gobierno de la Provincia de Buenos Aires le ha otorgado una concesión para la explotación del carbón de la cuenca carbonífera de Claromecó.
El Gobierno nacional poca atención presta a los efectos contaminantes o a los productos químicos que puedan usarse. Tal como lo demuestra el acuerdo con Chevron, el Gobierno parece decir: “Traigan lo que quieran muchachos, el territorio es de ustedes”.
–El contrato firmado con Chevron incluye cláusulas secretas. Desde tu mirada, ¿a qué se referirán esas cláusulas?
–Creería que deben ser económicas; seguramente serán facilidades para recuperar inversiones en corto plazo, no se explica de otra manera que una compañía como esa venga a un país con ciclos económicos tan cambiantes.
–¿Hay paralelos entre este modelo de explotación hidrocarburífera que usted denuncia y la explotación de minería metalífera en el país?
–Estos modelos de explotación están ligados. Para entenderlos debemos preguntarnos de quién y para quién es la energía. ¿La necesitamos nosotros o la necesitan empresas para llevárselas fuera de la Argentina?
Pensemos que las minas de Catamarca consumen toda la energía que produce Atucha I. Estamos produciendo energía, en muchos casos usando recursos fósiles no renovables, solamente para darle energía a compañías extranjeras que vienen a extraer todo lo que puedan en el menor tiempo posible con un tres por ciento de regalías para el país, con la excepción de que si sacan los recursos por los puertos patagónicos, son premiadas con pagar un dos por ciento de lo que se llevan.
Premiamos a las empresas que nos roban desde la Patagonia y no nos roban desde otros puertos de la Argentina.