Iris y su hija Cecilia cosen en su taller de confecciones barbijos para donar al hospital municipal de Olavarría. Un acto solidario entre trabajadores para hacer frente a la pandemia.
Jueves 26 de marzo de 2020 13:26
En todo el país crecen los ejemplos de solidaridad entre los trabajadores para colaborar en la contención de la propagación del coronavirus.
Es, en este marco, que Cecilia Iglesias hace una pausa en su jornada laboral para contarnos que esta iniciativa “arrancó el fin de semana del 13 de marzo por el panorama que se estaba acercando y de lo que había sucedido en otros países. Nos preocupamos por lo que podría suceder acá y quisimos aportar desde nuestro lugar.
Mamá y yo comenzamos a confeccionar los barbijos con tela propia y específica apta para desinfectar y reutilizar, en principio en nuestros tiempos extra laborales pero luego de que el presidente anunciara la cuarentena el pasado jueves, estuvimos totalmente dedicadas a los barbijos para donar.
El viernes 20 terminamos de entregar 200 barbijos. Ya se había corrido la voz en nuestra ciudad de lo que hicimos y mucha gente que trabaja en el sistema de salud se comunicaron solicitando más. Así que los primeros días de cuarentena seguimos cosiendo y entregamos alrededor de 380 barbijos reutilizables.”
Ni las intensas jornadas detienen el impulso de estas leonas al resaltar que “todo ha salido desde nuestro corazón con mucho esfuerzo, desde la tela y toda la materia prima, que no dudamos en utilizar la mejor, hasta el cuerpo cansado de semanas sin parar de trabajar ni en nuestros descansos para poder colaborar”.
Estas trabajadoras, que comen en las máquinas para no parar, son un gran ejemplo que cuenta con el apoyo de su comunidad, como nos cuenta Iris Maíz han recibido el apoyo de todos, en particular de su querida promoción ’77 del Comercial, que se puso a disposición para brindarles todo el material y equipamiento necesarios para hacer los barbijos.
Consultadas sobre cómo están viviendo esta experiencia fueron contundentes: “obviamente es gratificante dar, pero también es un sacrificio porque no nos sobra nada. Pero creemos que la lucha es colectiva y nos tenemos que ayudar mutuamente. Ojalá se replique siempre y no solo en momentos críticos, para poder tener todos un mejor vivir en sociedad.”
El escenario es alentador pues estos ejemplos se están multiplicando con las obreras textiles de Neuquén que reconvirtieron su producción para la fabricación de barbijos, así como los trabajadores del Astillero Rio Santiago que producirán alcohol en gel en sus laboratorios en conjunto con la UNLP.