Dos personas autoidentificadas con la Iglesia Católica irrumpieron violentamente en medio de una obra de teatro, lanzando insultos y objetos contundentes contra el elenco.
Lunes 5 de noviembre de 2018
Tucumán, histórico bastión nacional del quehacer cultural y teatral; donde se producen cientos de obras teatrales, de danza, música, performances; donde existe la Carrera Teatro, formador de profesionales dentro del Noroeste argentino, es también un lugar de contradicciones, intolerancia y, como en este caso, de violencia de origen religioso.
Así, mientras el sábado 2 de noviembre pasado se representaba en el Centro Cultural Virla la versión tucumana de la comedia satírica “Chicos católicos, apostólicos y romanos”, de Juan Paya, dos personas del público, se levantaron de sus asientos profiriendo insultos contra el espectáculo y los actores, llamándolos blasfemos y reivindicando su adhesión a la iglesia católica.
Yendo aún más lejos, en medio del abucheo del público presente que no podía creer lo que estaba sucediendo, estos dos ofendidos y enajenados “espectadores” tomaron un atril que era parte del espectáculo y lo arrojaron violentamente contra los actores en medio del escenario, sin que nadie resultare lastimado.
Intentos de censura y violencia
Por medio de las redes sociales, diversos testigos de lo sucedido contaron que habían visto a estas personas desplazarse por la sala, tomar fotos y realizar llamadas por teléfono con total impunidad y sin el más mínimo decoro que una representación teatral y el trabajo profesional que los teatristas se merecen.
La sospechosa, y por momentos nerviosa, actitud de estas personas hace pensar que aquella violenta acción no fue un arrebato de indignación sino más bien la determinada ejecución de un ataque contra la libertad de expresión, y contra la comunidad artística en su totalidad.
En diálogo con la prensa los actores de este espectáculo se preguntaron: “¿qué pasaría si nosotros irrumpimos artísticamente, desde nuestro lugar, en cualquier otro ritual? Sería imposible, sería un escándalo”. Y es que el hecho artístico, que promueve el pensamiento crítico, a veces insinuado y otras veces más inquisitivo, conoce los límites razonables que el respeto a las creencias debe imperar.
Los violentos autoidentificados con la Iglesia Católica no piensan igual. Su derecho a imponer su propio dogma y a censurar el pensamiento ajeno, en un espacio ajeno al suyo, valió más.
Estos hechos sin embargo resultan encadenados a otro tipo de atropellos que se sucedieron respecto a este misma obra, cuando en ocasión de realizar sus presentaciones en el Teatro Alberdi el elenco recibió presiones, llamadas e insultos por las redes sociales, que apuntaban a intentar detener las funciones que allí se darían. O cuando el jueves pasado, un grupo de personas fueron descubiertas cuando intentaban cortar la electricidad del teatro mientras transcurría la función.
Repudiamos este tipo de actos violentos contra la comunidad artística y acercamos nuestra solidaridad al elenco de este espectáculo formado por Gabriel Carreras, “Kikin” Díaz, Guido Guerrero, Emanuel Rodriguez y “Beto” Lopez, bajo la dirección de Sebastián Fernández y Belén Mercado.