El día de ayer se conoció la noticia de la muerte del sacerdote condenado por los abusos sexuales cometidos en el Instituto Próvolo de Mendoza. Pero no fue el único lugar donde los cometió, un hilo de encubrimiento desde Italia hasta Mendoza.
Jueves 15 de julio de 2021 15:43
En la tarde del día miércoles se conoce la muerte del cura de 85 años Nicola Corradi, quien fue el autor junto con su par Horacio Corbacho de los abusos sexuales a decenas de niños y niñas en el instituto Próvolo para niños hipoacúsicos de Luján de Cuyo, por esto fue condenado a 42 años de prisión y cumplía condena en un hogar de ancianos del mismo departamento.
Este sacerdote italiano, nacido en Verona en 1936 ya había sido señalado en esa ciudad por abusos cometidos en el instituto que lleva el mismo nombre donde estuvo al frente durante las décadas de 1960- 1980. Desde Italia fue enviado a Argentina, más precisamente a La Plata donde funcionaba otra sede del instituto Próvolo, estuvo al frente desde 1984 hasta 1997. De la ciudad de La Plata fue trasladado a Mendoza amparado por el Episcopado argentino donde hasta el 2016 tuvo a cargo a decenas de niños y las denuncias de abuso contra él y sus cómplices decantaron en una condena dictada el 25 de noviembre de 2019.
Pero lo cierto es que la pesadilla termina en esta provincia donde se hacen efectivas las denuncias penales contra el cura que venía abusando desde el viejo continente hace 50 años, con los años salen a la luz cientos de denuncias de sobrevivientes que lo señalan a él como autor de las vejaciones no solo de abuso sexual sino también de maltrato físico y psicológico contra las personas hipoacúsicos que tenía a cargo. Cientos de testimonios de alumnos del instituto denunciaron a través de los años lo que sufrieron en manos del “monstruo con sotana” como se lo llamó.
Verona
Los abusos perpetrados por Corradi tienen comienzo en su ciudad natal,Verona, sede del instituto donde Corradi estuvo al frente desde mediados de la década del 50. En 2009 67 ex estudiantes, entre ellos, Gianni Bisoli, denunció a Corradi y a una veintena de sacerdotes más por abusos sexuales y torturas ocurridos a fines de 1964 . El caso en Italia generó muchísimo revuelo. En el contexto de estas denuncias se dan las maniobras de encubrimiento como mostraron las pruebas de falsificación de documentos que realizó la curia italiana, donde intentan desligar a Corradi de la denuncia de Bisoli. Argumentando que el año que señala en que fue abusado ya no era alumno del instituto.
De Verona a La Plata
Mientras se conocían las denuncias penales a los curas Corbacho y Corradi en la provincia de Mendoza, comenzaban a salir a la luz los testimonios y las denuncias que hicieron sobrevivientes que habitaron el instituto pero en la ciudad de La Plata donde Corradi fue trasladado por la sede italiana a comienzos de la década del 80 cuando los casos de abusos en la sede veronesa ya eran insostenibles para defender al sacerdote. Daniel Sgardelis de 46 años oriundo de Salta fue el primero que se animó a denunciar, pasó su infancia y adolescencia en La Plata estudiando y viviendo en la sede del Instituto Antonio Próvolo entre 1981 y 1995. Daniel contó a La Izquierda Diario cómo se animó a denunciar pese a la persecución y amenazas de quienes denuncian estos casos. A pesar de esto, él no tuvo miedo y declaró a la justicia los abusos sufridos, los golpes, la manipulación y la prohibición que pesaba sobre los alumnos de utilizar el lenguaje de señas en el instituto. Acá podes leer la entrevista completa.
De La Plata a Mendoza
En la provincia el instituto se construye a fines de la década del 90 y Corradi es trasladado y puesto a cargo de su dirección, cuenta Daniel Sgardelis que cuando se entera de esto “me dio mucha bronca e impotencia porque pensé que lo mismo que había pasado en La Plata iba a pasar en Mendoza” Los hechos ocurrieron entre 2005 y 2016, más de once años de ataques y torturas sexuales. Sus víctimas, tanto varones como mujeres, tenían entre 7 y 17 años de edad. El escándalo se destapó a fines de noviembre de 2016, a partir de que unas pocas jóvenes víctimas relataron, con pocos recursos de comunicación disponibles, sus tortuosas experiencias en sus casas. En noviembre de 2019 se condena a Corradi, Corbacho y Gómez (quien era maestranza en el instituto) a 42, 45 y 18 años de prisión. Para los familiares de sobrevivientes esta condena fue un primer paso para terminar con la impunidad de la iglesia católica, aseguraron que restaba enjuiciar al resto de las cómplices, refiriéndose a las monjas Kumiko Kosaka y Asunción Martinez quienes desde el mes de mayo están en el banquillo de las acusadas junto con otras siete acusadas.
Durante el juicio en la provincia se hizo evidente una vez más la estrategia de encubrimiento de la iglesia católica para los casos de abuso sexual llevados a cabo por sus sacerdotes, comenzando por el silencio cómplice del papa Francisco quien fue puesto en conocimiento una y otra vez de los abusos cometidos en los distintos Próvolos y especificamente por Corradi, los traslados desde lugares tan lejanos con el expreso consentimiento de las cúpulas eclesiales. Reiteradas veces los abogados de las victimas denunciaron la obstaculización del proceso judicial y la nula colaboración de las autoridades eclesiásticas provinciales y nacionales quienes nunca se pusieron a disposición de las y los denunciantes, el posterior cinismo en los comunicados oficialies del Arzobispado de Mendoza, y peor aun es la inexistencia de un juicio canónico a estos sacerdotes desde la jurisdicción nacional o desde el Vaticano, lo que tiene como resultado que hasta el día de su muerte Corradi siguió siendo cura.
A partir de la noticia de ayer, nos comunicamos con Paola Rodriguez, parte de la agrupación de familiares de sobrevivientes y nos contaba sobre Corradi “no tenía mucho trato, era muy esquivo, no se lo veía en muchas ocasiones solo cuando recibía a los niños en la puerta, era muy esquivo a tener contacto con las personas, excepto con quienes están siendo enjuiciados en este momento. Para nosotros fue una paz un fin de ciclo, Corradi fue quien pudrió al resto, es el símbolo de la maldad en la tierra. sentimos que se hizo justicia”.