Se cumple un nuevo aniversario de uno de los peores “crímenes de crímenes” -como describía Norita Cortiñas a la desaparición forzada- de este siglo. Todavía falta identificar al quinto policía femicida.
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Estefanía Velo @Stefania_ev
Martes 4 de febrero 12:30
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Natalia Melmann tenía 15 años cuando una patota policial la secuestró, violó, torturó y desapareció.
Este artículo fue originalmente publicado por la autora en Pulso Noticias
Corría la temporada de verano en pleno 2001. La crisis se metía entre todos los laburantes. Miramar tenía unos 23.000 habitantes, sumados a los turistas que llegaban. Las pibas salían a los boliches y volvían caminando a sus casas, típico de pueblo. Sin embargo, en esas primeras horas del domingo 4 de febrero, la maldita policía Bonaerense decidió secuestrar a una piba para llevársela y hacerle lo que habían aprendido de la última dictadura cívico-militar: torturar, violar (si eras mujer) y desaparecer. Esos crímenes marcaron a un pueblo y a una familia. Nati estuvo cuatro días desaparecida, los policías de la ciudad y de todo el Operativo Sol estaban “a disposición” para encontrarla. De acá para allá.
El intendente de ese entonces era Enrique Honores, como en todo pueblo el jefe comunal “está cerca de los vecinos”. Pero lo único que él pretendía era ocultar lo que sucedía en Miramar para que el país entero no viera la pueblada. Puso a disposición un local sin uso a pocos metros de la Municipalidad para que la familia recibiera cualquier tipo de información. Lo habían llenado de afiches para que pudieran relatar los testimonios con cierta privacidad, el miedo avasallaba a todos. El 8 de febrero encuentran a Natalia en el Vivero Municipal, donde ya habían rastrillado.
La bronca fue tal que el pueblo se rebeló y repudió a esa supuesta institución que, se dice, tiene que “cuidar” a los ciudadanos: la maldita Policía. Esos mismos asesinos, en complicidad con sus jefes, caminaban las calles de Miramar “buscándola” y hasta se acercaban a la familia.
La (in)justicia
En octubre del año 2002 se realizó el juicio, después de una fuerte exigencia de la familia y el pueblo miramarense que se movilizaban todos los días sábados -así lo hicieron durante siete años-. Los jueces de la Cámara en lo Criminal Nº 2 de Mar del Plata condenaron a los policías: Oscar Echenique, Ricardo Anselmini y Ricardo “Mono” Suárez a reclusión perpetua por los delitos de rapto y abuso sexual seguido de homicidio triplemente agravado. Gustavo “El Gallo” Fernández, el “civil entregador”, fue condenado a 25 años por los delitos de homicidio triplemente calificado agravado y privación ilegal de la libertad agravada, aunque consiguió el beneficio de aplicar 2×1 y sólo estuvo ocho años en prisión.
Entre tantas pericias, una de ellas confirmó que en el cuerpo de Nati había 5 ADN, de los cuales 3 coincidieron con los tres policías condenados. No así con el del Gallo Fernández. El cuarto era del policía Eugenio Panadero, que en aquella época era sargento del Destacamento de Mar del Sur, un pueblo del mismo partido (General Alvarado), ubicado a unos 15 kilómetros.
La Justicia esta vez miró para otro lado: en 2018 absolvieron a Panadero a pesar de una prueba contundente. Había una coincidencia genética del 95 % de un bello pubiano hallado en el cuerpo de Nati. La fuerza de la familia, de las pibas y de un pueblo que por más de dos décadas siguieron saliendo a las calles, lograron que en 2023 lo condenaran por el crimen que cometió, tras veinte años de impunidad. Y van 24 de que otro policía culpable camina impunemente por las calles de alguna ciudad.
Otra pericia que arrojó datos importantísimos en el primer juicio fue la realizada por el geólogo Guillermo Oscar Polischuk, quien confirmó que los restos de tierra y polen hallados en las prendas de Nati del día que desapareció son “ciento por ciento compatibles” con las muestras tomadas en la casa del barrio Copacabana, tan mencionada por los vecinos como un lugar donde los policías hacían “jodas”.
Esa propiedad era del sargento primero Enrique Diez, quien sólo declaró no saber nada de lo sucedido, lo único contó fue que “allí comían asados”. Casualmente o causalmente, el 27 de diciembre de 2024 la Cámara de Apelaciones lo convocó (sí, después de 24 años) a realizar una extracción de sangre para cotejar el quinto ADN (próximamente habrá más detalles).
Ese mismo 27 de diciembre, la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar del Plata, integrada por Gastón De Marco y Pablo Poggetto, aprobó otorgarle las salidas transitorias a Oscar Echenique. Se trata de un pedido reiterado por parte de los condenados. De esta manera, el (ex) sargento tiene permiso para dirigirse el primer domingo de cada mes a la casa de su hermana en el barrio de San Eduardo de Chapadmalal, donde los vecinos ya lo escracharon.
En la misma sintonía, Ricardo Anselmini había accedido a este beneficio en septiembre del año pasado y en una de esas salidas fue encontrado mientras caminaba por el Parque Lago Stantien, a tres cuadras del domicilio que había declarado. Por tal motivo, el juez de Ejecución Ricardo Perdichizzi le anuló las salidas transitorias.
A pocos años de que finalicen la condena, la familia denuncia el temor con el que viven y el dolor de la peor injusticia los lleva a gritar bien fuerte que encuentren al quinto asesino de su hija, de su hermana, de su prima, de su amiga. A Natalia la secuestró, desapareció, violó y asesinó la policía. Fue una desaparición forzada, “el crimen de crímenes” como lo definía Norita Cortiñas, a pesar de que nunca llevó esa carátula la causa judicial.
Estos funcionarios policiales condenados mantienen firme su pacto de silencio. Ninguno mostró arrepentimiento del crimen, ninguno confesó toda la verdad y la Justicia prefiere ser parte de esa connivencia. En tanto, la familia de Nati está convencida de que ese quinto ADN pertenece a alguien de un grupo reducido de policías, “contados con los dedos de la mano”, sostiene Laura Calampuca.
Este martes 4 convocan a movilizarse por las calles de Miramar, se concentran a las 21 horas en la esquina de la Municipalidad, calle 21 y 28. La principal consigna es: “Busquen al quinto policía femicida”. La familia Melmann – Calampuca reclama celeridad en los cotejos de ADN de los policías, exigen saber la verdad, quieren hacer memoria por Nati y piden justicia completa.