Los empresarios Martín Cruz Feilberg y Diego Ravasio están presos desde el jueves. El domingo mataron al peñi de 29 años e intentaron hacerlo con Gonzalo Cabrera de 25, cuando ingresaron a la Lof Quemquemtrew con apoyo policial. Las pruebas se acumulan en la mesa de los fiscales, que este viernes presentaron los cargos en una audiencia donde los criminales dieron su versión de los hechos. Una verdadera confesión de parte.
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Daniel Satur @saturnetroc
Sábado 27 de noviembre de 2021 22:22
![Martín Feilberg y Diego Ravasio durante la audiencia de formulación de cargos | Captura de transmisión por Zoom](local/cache-vignettes/L720xH405/arton213203-428a1.jpg?1739797634)
Martín Feilberg y Diego Ravasio durante la audiencia de formulación de cargos | Captura de transmisión por Zoom
Durante toda la semana La Izquierda Diario informó las novedades en torno al crimen de Elías Garay , el mapuche de 29 años que integraba la Lof Quemquemtrew, comunidad que inició un proceso de recuperación territorial en Cuesta del Ternero (paraje cercano a El Bolsón) y por el cual viene siendo hostigada, criminalizada y reprimida. También se difundieron testimonios de familiares de la víctima y de testigos de lo ocurrido.
Como se sabe, a Garay lo fulminó un disparo que atravesó su tórax de izquierda a derecha. Otros dos balazos terminaron en el abdomen de Gonzalo Cabrera (26), también miembro de la comunidad. Los tres proyectiles eran calibre 22 y fueron disparados desde muy corta distancia.
La causa está a cargo de la fiscala jefe de Río Negro, Betiana Cendón, quien investiga el crimen junto al fiscal de El Bolsón, Francisco Arrien. Con las (deficientes e incompletas) pericias realizadas y tras escuchar al sobreviviente, a testigos, a policías, médicos y lugareños, el Ministerio Público Fiscal logró la detención de Martín Cruz Fielberg y Diego Ravasio, descubiertos luego de varios días como los ejecutores del ataque homicida.
El jueves a la mañana fue detenido Ravasio. Estaba en su casa de la localidad chubutense de Esquel (a cientos de kilómetros del lugar de los hechos). En la puerta de su casa estaba estacionado el Fiat Duna rojo y negro en el que cuatro días antes había ingresado junto a su “socio” a la lof. En el allanamiento encontraron un bolso preparado como para un viaje. Y además el Duna tenía las patentes pintadas, lo que para los fiscales es un indicio de adulteración para una eventual fuga.
Fielberg fue más lejos. También tiene domicilio en Esquel, pero tras el crimen se llevó a su familia a casi 800 kilómetros de allí. El jueves, enterado de que su amigo había sido detenido y sabiéndose buscado, se entregó en una comisaría de Comodoro Rivadavia, también en Chubut.
A varias fuentes del caso les resulta muy extraña la conducta de ambos hombres. Pasaron de guardar silencio y evadirse durante días, siendo protagonistas de un hecho de trascendencia nacional, a entregarse “pacíficamente” y hoy enfrentar el proceso como si fueran inocentes. Esas mismas fuentes se preguntan si para entregarse ambos negociaron con funcionarios políticos y/o judiciales algún tipo de contemplación. Recursos e influencias no les faltan.
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Una vez detenidos fueron trasladados a Dina Huapi, localidad lindera a Bariloche. Uno quedó alojado en la comisaría 27 y el otro en la 36. El viernes a las dos de la tarde, después de entrevistarse con sus respectivos abogados, participaron de una audiencia por Zoom, conducida por el juez Gangarrossa, donde los fiscales les formularon los cargos de los que se los acusa: coautores de homicidio y tentativa de homicidio, agravados por el uso de arma de fuego.
El Ministerio Público Fiscal está convencido de que, “en acuerdo de voluntades y convergencia intencional”, entre las tres y las cuatro de la tarde del domingo Feilberg y Ravasio ingresaron al predio “actualmente ocupado por integrantes de la comunidad mapuche Lof Quemquemtrew, portando dos armas de fuego, ambas de la familia calibre punto 22”.
Los fiscales aseguran que, al ser interceptados por miembros de la comunidad, “dispararon con intenciones de darle muerte a Gonzalo Fabián Cabrera, produciéndole dos heridas de arma de fuego en región epigástrica y a Pedro Elías Garay produciéndole una herida de arma de fuego que le perforó de izquierda a derecha su tórax lesionando la aorta, la vena cava y ambos pulmones, provocando una hemorragia interna que desencadenó en un shock hipovolémico que ocasionó finalmente su muerte”. Y que “inmediatamente después de estas acciones huyeron del lugar corriendo”.
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Obviamente lo que afirman Cendón y Arrien deberá ser probado en un juicio. Pero si algo hacía falta para creer que efectivamente los hechos fueron así, allí está el relato de los imputados. En la audiencia estaban presentes Gonzalo Cabrera y sus abogados, Andrea Reile y Ezequiel Palavecino. También periodistas acreditados.
Frente a todos ellos, los imputados pidieron permiso al juez para dar su versión de los hechos. En el caso de Ravasio, además, su defensa dijo que estaba dispuesto a responder preguntas tanto de los fiscales como de la querella. Se terminaron hablando encima, convenciendo aún más a fiscalía y querellas de su culpabilidad. A continuación se presentan los dos testimonios. Se sabrá disculpar la extensión del texto, la gravedad de los hechos lo amerita.
El relato de Ravasio
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Su abogado, Estanislao Cazaux, le preguntó si en algún momento tuvo la intención de dispararle a alguien, a lo que dijo que no. Y también si tuvo conciencia de que alguien había recibido un disparo suyo, a lo que respondió que lo supo cuando lo leyó “en las noticias”.
La fiscala Cendón le preguntó a Ravasio si “vio armas por parte de las personas que lo rodearon”. Dijo “sí”. Le volvió a preguntar, porque antes había dicho que creía que eran armas pero no lo aseguró. Dijo “bueno, ves un bulto negro delante tuyo que se está moviendo continuamente, no llegás a precisar qué arma es”. Cendón le repreguntó si él conoce de armas, a lo que dijo “algo sí”. “Entonces sabe diferenciar lo que es un arma de lo que no lo es, le vuelvo a preguntar ¿usted vio un arma?”, insistió la fiscala. “Yo, yo, yo... sí, vi un arma”. Cendón quiso saber de qué características era el arma que vio. “Yo creo que era un revólver... un 38... un 32... no sé”.
Le preguntaron qué actividad estaban realizando en la zona. “Poda y raleo, tala rasa, es decir forestación y deforestación”, detalló. Primero afirmó que la tala, procesamiento y venta de los árboles la realiza para la empresa que lo emplea, General Simon, cuyo titular es el otro detenido, Feilberg. Después dijo que ambos son “socios” en esa empresa.
Ravasio reconoció que el 24 de septiembre (cuando la Lof Quemquemtrew decidió avanzar sobre territorio para su recuperación) iba al campo y “al ver las banderas” fue a la comisaría a denunciar la ocupación. Igual que Rolando Rocco, a quien lo menciona como “dueño de campo”.
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El fiscal Arrien le preguntó por qué no informaron en el retén de la Policía lo que les había pasado. “Porque por miedo salimos para Maitén y cuando llegamos al retén de El Maitén no había nadie”, respondió. “¿Y después? ¿Por qué tampoco informaron a nadie de la situación?”, insistió el fiscal. “Por miedo, señor, desde que llegué a mi casa estuve tres días sin poder dormir”, dijo. “¿Por miedo a quién?”, repreguntó Arrien. “Por miedo por, por, por todo, por la situación en sí”, dijo.
Cendón le preguntó por qué, al momento del allanamiento, su Fiat Duna “tenía la chapa pintada y su bolso estaba arriba de la mesa”. Ravasio no respondió sobre la patente. Sobre el bolso, dijo que era simplemente su bolso de uso diario.
Los fiscales y la querella le preguntaron sobre la carabina. Ravasio dijo que es una Rubi calibre 22, que la tiene desde que tiene 16 años, que “creería que está registrada” porque era de su papá y que él no tiene permiso de portación de armas.
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El relato de Feilberg
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Feilberg se negó a responder preguntas de los fiscales y mucho menos de la querella que representa a Gonzalo Cabrera.
Defender lo indefendible
A su turno los abogados Estanislao Cazaux y Ernesto Saavedra, defensores de Ravasio y Feilberg respectivamente, anunciaron que impugnarán los cargos que se les imputan a sus clientes. Para ello esgrimieron argumentos que fueron totalmente rechazados por los fiscales y el juez. Centralmente dijeron que “no hay ningún elemento que demuestre la calificación legal esgrimida por la Fiscalía”.
Las defensas también argumentan que como el cuerpo de Elías estuvo más de siete horas sin que se constatara oficialmente su muerte, nada prueba que hayan sido Ravasio y Feilberg los que lo mataron. Quisieron aprovechar la irregularidad de esa demora en favor de sus defendidos. Demora que, como relataron varios testigos, se produjo por las dilaciones de la propia Policía de Río Negro con complicidad de funcionarios judiciales.
La estrategia de los abogados de Ravasio y Feilberg se basa en armar un relato según el cuál fue la Policía la culpable de decirles que en la lof ya no había nadie, dejándolos a merced de una banda de criminales, encapuchados y armados, de los que sus defendidos sólo atinaron a defenderse, sin intención alguna de herir o matar. Sin embargo, los muertos y heridos están de un lado y los dos asesinos no recibieron ni un rasguño.
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Curiosamente (o no tanto) buscan que sus clientes se beneficien de otra irregularidad muy grave. Según la propia Policía de Río Negro, efectivamente en el momento de los hechos un dron de la fuerza sobrevoló la zona. A su mando estaban dos oficiales de apellidos Méndez y Godoy, quienes dijeron que vieron el Duna Rojo desde la pantalla de control remoto pero que en un momento, por acción del viento, el dron se cayó y dejó de transmitir señal. Curiosamente (o no) el dron nunca fue hallado. Igual que las armas homicidas.
Habiendo escuchado a los acusados, a sus abogados, a la Fiscalía y a la querella, el juez Gangarrossa no tuvo más remedio que darle curso a la imputación por homicidio y tentativa de homicidio agravado por el uso de armas de fuego en perjuicio de Garay y Cabrera. También de decretar las prisiones preventivas de Ravasio y Feilberg, solicitadas por los fiscales Cendón y Arrien.
Para el Ministerio Público Fiscal no hay dudas de que, de seguir en libertad, ambos imputados podrían entorpecer la investigación e incluso fugarse. Frente a ello, las defensas pidieron que sea prisión domiciliaria y ofrecieron “fianzas” de $ 200 y $ 100 mil como “prueba” de buena voluntad para con la causa.
Con los autores materiales presos, resta saber si además de Feilberg y Ravasio hay otros ideólogos del crimen (¿el empresario Rolando Rocco?) y quiénes fueron los que por acción u omisión permitieron que estuvieran más de cuatro días sin entregarse, adulterando pruebas y preparando su coartada. Habrá que buscar en la misma Policía rionegrina, en los sectores poderosos de la Comarca Andina y el régimen político y judicial de la región. Si es que se busca verdad y justicia en serio, claro.
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Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc