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Red Internacional
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IGLESIA E IMPUNIDAD. Gonnet, conmocionada por marcha en favor de víctimas del cura Lorenzo

Sobrevivientes de abusos eclesiásticos y organizaciones políticas y sociales repudiaron al sacerdote acusado de abusos sexuales y corrupción de menores. Fue en la parroquia de 502 entre 15 y 16 donde vive y sigue dando misa.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Estefanía Velo

Estefanía Velo @Stefania_ev

Lunes 4 de noviembre de 2019 23:30

Fotos Pulso Noticias | La Izquierda Diario

Fotos Pulso Noticias | La Izquierda Diario

En la mañana del domingo las calles de Gonnet se vieron alteradas por una manifestación en repudio al excapellán del Servicio Penitenciario Bonaerense y actual párroco de la iglesia Inmaculada Madre de Dios, Eduardo Lorenzo, acusado penalmente de varios casos de abuso sexual agravado y corrupción de menores.

El cura, como viene informando este medio, sigue en funciones y en cercanía de niños desde hace años, pese a tener una causa judicial abierta desde 2008 (archivada durante diez años y reabierta en marzo último).

En pocos días Lorenzo se alejaría de la parroquia de Gonnet, no por iniciativa del Arzobispado de La Plata que conduce Víctor Fernández sino porque él mismo pidió una “licencia” por sentirse “hostigado”. En rigor, las denuncias que pesan sobre él son cada vez más y ya no le queda mucho margen de acción en medio de peritajes psicológicos y psiquiátricos tanto a él como a sus víctimas.

“Para Lorenzo la cárcel ya”

A las 10:30 de la mañana del domingo comenzó a reunirse en las puertas de las estación de trenes de Gonnet un grupo de sobrevivientes de abusos sexuales, varies de elles nucleados en la organización Iglesias sin abusos, acompañades por organizaciones políticas y sociales que integran la Multisectorial de mujeres, trans, travestis, lesbianas y bisexuales La Plata, que bregan por la separación efectiva de la Iglesia católica del Estado (que la financia).

Frente a la estación se encuentra el edificio de lo que hace más de una década fue el hogar Leoncitos, donde vivió Diego Pérez, el primero de los denunciantes de Lorenzo, cuya causa se tramita desde 2008. Actualmente es el jardín de infantes del Club Universitario, pero hace años atrás fue uno de los lugares donde Diego sufrió amenazas y maltratos por parte de Lorenzo.

Media hora después, coincidentemente con el inicio de una de las misas domingueras, gran cantidad de manifestantes caminaron por la calle 501 desde Centenario hasta la calle 16, doblaron hasta 502 y finalmente llegaron a la parroquia ubicada en 502 entre 15 y 16.

En su trayecto, al son de cánticos como “para Lorenzo la cárcel ya y que el Estado no lo encubra nunca más”, “señor, señora, no sea indiferente, abusan de los niños en la cara de la gente” e “Iglesia, Estado, asunto separado”, el vecindario recibió volantes en los que las y los manifestantes relataron el caso y plantearon sus exigencias.

Seguí todas las alternativas del caso Lorenzo a través de esta coproducción de Pulso Noticias y La Izquierda Diario

“A Lorenzo lo cuida la Policía”

Al llegar a las puertas de la parroquia, la manifestación se encontró con un vallado (in)humano compuesto de decenas de oficiales de la Policía Bonaerense, quienes bloqueaban el paso por los jardines de la iglesia. En ese momento, por un altoparlante de la capilla se escuchaba la voz de un cura (no era Lorenzo), quien daba misa como si nada ocurriera. Sin embargo, según cuentan vecinos del lugar, es la primera vez que la misa se dio a puertas cerradas (lo normal es que durante las ceremonias los pórticos estén abiertos de par en par y los niños jueguen en el jardín).

La Policía diría luego que su presencia en el lugar se debía a una mera “prevención” para evitar algún tipo de disturbio. Aunque la puesta en escena dijo otra cosa. Por un lado, una presencia amenazante bloqueando a la manifestación pacífica. Por otro, comisarios entrando y saliendo de la casa parroquial (seguramente en contacto directo con Lorenzo) y un patovica habitué de la parroquia controlando la situación desde detrás del cordón policial y hasta dando alguna que otra directiva.

Nada de eso amedrentó a las víctimas de abuso eclesiástico (entre las que no se encontraban las víctimas directas de Lorenzo pero sí algunos de sus seres queridos) ni a las organizaciones de mujeres, sociales y políticas que tenían muy en claro el reclamo y sus propósitos.

Denuncia frente al altar

Mientras en el interior de la iglesia un grupo de fieles intentaba hacer su ceremonia como si nada, el cordón policial no pudo evitar que desde afuera se filtrara la denuncia propalada desde un megáfono. “Hasta el momento figura en la causa que, en las últimas décadas, Eduardo Lorenzo abusó sexualmente de al menos cinco niños”, afirmaron los denunciantes.

Agregaron que “la fiscal de la UFI 1, Ana Medina, archivó la causa en pocos meses sin investigar nada” y que “luego de diez años, la persistencia de los denunciantes y la difusión pública del caso por parte de un grupo de medios, obligó a la misma fiscal a reabrir la causa en marzo pasado”.

Tras detallar parte de los casos que involucran al cura, afirmaron que “conociendo el prontuario de Lorenzo, tanto el exarzobispo Héctor Aguer como el actual Víctor ‘Tucho’ Fernández apostaron por encubrirlo y, así, dejaron que el cura acusado de pedófilo siga acechando a sus víctimas. La jerarquía católica de La Plata, como en todo el mundo, es cómplice de los abusadores”.

Y sumaron entre los cómplices y encubridores al “Servicio Penitenciario dependiente del Ministerio de Justicia bonaerense”, espacialmente al exministro Ricardo Casal y al actual Gustavo Ferrari. Al tiempo que “desde Eduardo Duhalde a María Eugenia Vidal, pasando por Felipe Solá y Daniel Scioli; desde Julio Alak a Pablo Bruera y Julio Garro; todo el arco político que lo tuvo bajo su órbita lo encubrió”.

No se pudieron ir en paz

Diez minutos antes de las 12 del mediodía, los feligreses comenzaron a retirarse de la homilía. Sorprendidos por la cantidad de personas que estaban en la calle, esquivaban a los policías y recibían los volantes de les manifestantes. En ellos decían: “¿Adónde va Lorenzo? ¡Que procesen y detengan ya al cura Lorenzo denunciado por abuso y corrupción de menores”.

Algunos fieles, incluso con sus hijas e hijos, se mostraron muy enojados con la manifestación. Otros no pudieron evitar la empatía y ciertos gestos de apoyo al reclamo. De hecho hubo quienes se vieron obligados a expresarse y separarse de Lorenzo, dejando en claro que van a misa por sus creencias.

Inesperadamente, hubo un par de feligreses que llegaron a confesarle a parte de les manifestantes estar en conocimiento de las tropelías que cometió el cura pero que, por miedo, nunca lo denunciaron. “Si tiene que ir preso, que vaya preso”, dijeron un par.

Una joven, miembro de una de las organizaciones presentes, relató a este medio que cuando le entregó un volante a una señora que salía de la misa, ésta le manifestó: “yo también lo odio a Lorenzo, porque él abusó de la hija de una vecina mía”. Al intentar la joven obtener un contacto de la mujer para poder avanzar en esa denuncia, la feligresa dijo “no, yo me encargo de difundir este volante pero no doy mi nombre”.

El ritual católico de los domingos no pudo terminar en paz. Aunque el cura suplente de Lorenzo pretendió cerrar la misa con un extraordinario aplauso que se oyó desde la calle, el barrio ya estaba conmovido. Las angostas calles, el poco tránsito dominguero y el sonido de los pájaros fue interrumpido por el pedido de justicia. No hubo una comisaría solitaria, una iglesia con niños jugando en el jardín, un cura saludando a los fieles a la salida de misa, sino un inusual despliegue de policías armados en los jardines de la iglesia, una misa a puertas cerradas y decenas de personas vociferando “basta de abusos sexuales eclesiásticos”, “basta de encubrimiento”.

Décadas de intentar acallar

Entre les manifestantes estuvieron Roxana Vega y Alejandro Di Salvo, vecinos de Gonnet, quienes sufrieron amenazas y amedrentamiento del cura Lorenzo. Tal como relató este medio, ellos en 2009 al enterarse de la denuncia judicial que pesaba contra Lorenzo lo manifestaron en una reunión de madres y padres del Colegio (que depende de la parroquia) y terminaron con la casa allanada y su computadora secuestrada (hasta hoy).

“Estamos acá porque queremos visibilizar, y que la gente con su silencio, con su indiferencia no sea cómplice”, expresó a este medio Roxana Vega. “No es contra la Iglesia, que en cierta forma apaña y encubre a curas pedófilos, sino que la gente puede tener fe pero darse cuenta de que si un cura está denunciado por abusos tienen que ellos mismos denunciarlo y sacarlo, cuidar su iglesia, no seguir manteniendo curas pedófilos”, resaltó.

Alejandro recordó que en aquel momento se pusieron en el lugar de la víctima. “Sólo quería alertar a la gente de lo que pasaba en esta parroquia, que había una persona que tenía una denuncia. Sólo pedimos justicia y que se llegue a la verdad”, manifestó.

Ambos coincidieron en el rechazo a la custodia policial con la que se encontraron en la parroquia de su propio barrio. “La Policía es el mismo Estado, es la misma Iglesia, no puedo creer que en vez de hacer otras cosas vienen a proteger a una persona que me parece que no necesita, lo que pasa que esa persona se quedó sin poder”, dijo Di Salvo en referencia a Lorenzo.

Roxana apuntó contra los policías de la comisaría de la esquina de la parroquia, a quien la consideró cómplice de los delitos del cura. “La Policía está acá ahora, pero tendrían que haber estado cuando abusaban a los menores. Todos sabían de las fiestas, los chicos salían a cualquier hora de la noche de acá. Todo el barrio lo sabía. Estuvieron al tanto de todo y nunca protegieron a los que tenían que proteger que son a los vecinos y no a quienes tienen causa penal”.

Con los principios de la “prudencia” y del “silencio para tapar el escándalo”, la Iglesia termina inculcando comportamientos en su comunidad que rayan con la complicidad y el encubrimiento de delitos aberrantes.

Julio Frutos, el primer denunciante de Lorenzo y padrino de Diego Pérez, una de sus víctimas, dijo a este medio que “no se puede dejar de recordar cuántas veces, en cuántos ámbitos y a cuántos sacerdotes, obispos, religiosos y laicos les hemos contado nuestro padecimiento. Oportuna e inoportunamente contábamos una y otra vez el abuso a nuestro ahijado y a otros jóvenes sin encontrar más respuesta que indiferencia y fastidio”.

El hombre, querellante en la causa penal contra el cura, agregó que intentó “anoticiar al recién llegado arzobispo Fernández” sobre lo ocurrido en tantos años, pero que obtuvo “la misma respuesta que diera su relevado Aguer. Silencio, hipocresía, encubrimiento y reacción judicial”.

“Creo que hoy no podemos permitirnos discutir nada que no sea primero decir de qué lado está la Iglesia: del lado de las víctimas o del abusador. Porque la sociedad ya dijo de qué lado está”, sentenció Frutos.

Dentro de diez días, el ex capellán y confesor de Grassi deberá afrontar dos nuevas pericias psicológicas y psiquiátricas solicitadas por la fiscal. Mientras tanto, Medina sigue evaluando la posibilidad de hacer lugar al pedido de detención solicitado por los dos querellantes: Bártoli y Pérez.

El domingo se conmocionó un barrio y muchas personas que conocen a Lorenzo desde hace años pudieron hablar, aunque bajo el anonimato debido al miedo que instaló este cura avalado por diferentes sectores de poder (político, judicial y eclesiástico), y aseguraron saber de sus comportamientos violentos, amenazantes y maltratador. ¿Cuánto más esperará la fiscal para elevarlo a juicio? ¿Los cómplices y encubridores se dignarán a decir la verdad? ¿Será que nuevas víctimas se animarán a hablar?

Entre las organizaciones presentes estuvieron Iglesias Sin Abuso, Colectiva Feminista Las Azucenas, Marabunta, Pan y Rosas, Venceremos, Plenario de Trabajadoras, Juntas y a la izquierda y Las Rojas.


Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).

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