Esta semana se publicó un informe de Reuters Institute sobre el consumo de noticias y la pérdida de credibilidad en los medios de comunicación. Conversamos con Martín Becerra en Se Tenía Que Decir, sobre medios y plataformas digitales, grietas y protestas.
Martín Becerra es especialista en medios, periodismo y la relación con la sociedad y la política, temas que abordó en varios libros que tiene publicados. Es investigador del Conicet y profesor en la Universidad Nacional de Quilmes y en la UBA. Es Doctor en Ciencias de la información, y de la Comunicación. Escribe en Letra P y otros medios y revistas, pero además tiene su blog.
Este martes se publicó un informe de Reuters Institute de la Universidad de Oxford, que arroja que “nunca antes como en la actualidad los medios y los periodistas son tan cuestionados y sospechados”. En Argentina, la desconfianza en las noticias cayó un 6 %.
La tendencia a la caída de confianza en los medios de comunicación y los periodistas
Esta encuesta muestra que ese nivel de confianza continúa cayendo, y que -comparativamente en la Argentina- es mayor la crisis de confianza en los medios con respecto a otros países. Reuters Institute lo relaciona, y yo creo que algo de eso hay, con la estrategia polarizante, manifiestamente sesgada, facciosa que tienen los medios más grandes. Medios que en el pasado, hace ya varias décadas, tenían lo que un autor que se llamaba Verón denominaba “pactos de lectura”. Tenían un vínculo con sus lectores y con sus audiencias, donde el medio presumiblemente le daba información de carácter generalista sin tanta toma de posición editorial manifiesta. Hoy ese contrato o pacto de lectura de carácter generalista se ha abandonado en la mayoría de los casos. Ahora prima una toma de posición primero, y un cálculo sobre la información que proveen, a partir de quién va a capitalizar esa información. Hacen un análisis previo, sobre si tal información la van a capitalizar sectores aliados o la van capitalizar adversarios o enemigos. En función de eso se edita la información. Entonces, esa inversión del contrato o pacto de lectura por parte de los medios que fueron generalistas alguna vez, hoy por hoy erosiona su base de confianza y de credibilidad. La credibilidad, en términos de la sociedad en su conjunto, es una base de confianza muy acotada y muy estrecha que ronda un 30% aproximadamente. Su fortaleza la tienen en el núcleo más intenso de su propia audiencia, que no es poca. Ahí puede haber una paradoja. Porque si uno analiza ese informe de Reuters, los medios más consumidos en la Argentina en el online son Infobae o el Grupo Clarín, que son intensamente polarizantes. Infobae tal vez un poco menos, pero si Clarín. Entonces uno dice: ¿pero cómo tienen mucho público y al mismo tiempo pierden credibilidad? Claro pierden credibilidad en el conjunto de la sociedad. Pero esa minoría intensa de un 25 % o 30 % que no es poco, les asigna aún credibilidad. Tienen un público fiel que los acompaña a sistemáticamente, y eso explica algo que, desde afuera, podría parecer un poco paradójico.
Sobre los intereses económicos y políticos de los grandes medios de comunicación
Ayer salía una nota muy interesante sobre el sesgo cognitivo con el que operan los algoritmos de Youtube o de Facebook, brindándole a sus usuarios el contenido más extremo dentro de la línea de consumo que el algoritmo detecta que has tenido como usuaria o como usuario. Eso es para retenerte. Eso pasa con plataformas digitales, con Google o Facebook, más allá de que haya alguna intencionalidad política, es una razón básicamente económica y comercial. Cuanto más tiempo estás en la plataforma , la plataforma más se capitaliza en términos de publicidad, de absorción de tus datos personales.
Pero también en grandes medios. En el caso del Grupo Clarín, que es el grupo claramente dominante en el conjunto de medios de comunicación de la Argentina. Ahí se puede ver el peso de los intereses económicos de un grupo que ya dejó de ser sólo de medios, es un mega grupo económico que tiene medios, telecomunicaciones, intereses en el sector agropecuario, etc. Por ejemplo el Grupo Clarín y Telecom (cuyos accionistas mayoritarios son del Grupo Clarín) tiene hoy por hoy una formidable deuda privada deuda externa en dólares privada, con acreedores externos. Entonces sujeta la negociación con sus acreedores, y tiene compromisos de pago muy importantes en el año 2021, y difíciles de afrontar si no hay una negociación en buenas condiciones. Sujeta su negociación privada con sus acreedores privados a la negociación de la deuda externa del gobierno argentino. Entonces ese tipo de vínculos económicos permean y condicionan completamente la línea informativa de los medios del Grupo Clarín, de sus principales columnistas, opinadores. Es interesante leer los posicionamientos editoriales del grupo en relación directa con el juego de sus intereses económicos. Porque los intereses editoriales están totalmente subordinados a sus intereses económicos.
Plataformas digitales y medios de comunicación independientes
Protestas y rebeliones y el cuestionamiento a los grandes medios
La actualidad de los medios de comunicación concentrados en Argentina
Además eso hay que modificarlo o revisarlo, porque es una ley de 2009 que tenía como referencia al decreto de ley que modificó, que no hay que olvidar que en un decreto de 1980 de Videla. O sea, los que cuestionaban y siguen cuestionando la Ley Audiovisual, en realidad lo que apoyan es un decreto a la ley de Jorge Rafael Videla y su gabinete desde el año 1980. Esa regulación de 2009, obviamente hoy con las condiciones de producción y circulación de flujos de contenidos de información y de noticia y entretenimiento, necesita además actualizada. Hay otro punto fundamental que es la propiedad concentrada, hiperconcentrada, que tenemos en nuestro sistema de medios. No solo en el sistema de medios, en la convergencia entre medios y telecomunicaciones, internet ,etc. Merece ser revisada, básicamente, porque no respeta el artículo 42 de la Constitución argentina que dice que los mercados no tienen que ser distorsionados por la posición dominante de uno que marque las reglas del juego al resto. Y en buena parte de nuestro ecosistema de comunicaciones, hay uno que le marca las reglas del juego’ al resto, determina las reglas del juego con la que tiene que jugar el resto. Eso tiene que ser debatido, tiene que volverse a discutir en la agenda pública, del Congreso de la Nación. La experiencia que tuvimos en el año 2009, para mí fue una ley que tuvo una buena redacción para ese momento, y una muy mala aplicación en los años siguientes por parte del gobierno que, paradójicamente, era el que la había impulsado como actor central político.